Probablemente lo que escriba líneas abajo les resultará muy familiar, pues, ¿Quién de ustedes no ha estado en desacuerdo con sus padres alguna vez, referente a decisiones que tomaron en su vida o en las triviales situaciones del día a día?. A lo que quiero llegar con este prólogo es a las veces en las cuales nuestros padres no comparten nuestros ideales. Debo aclarar que éste no es mi caso; mis padres siempre comparten mis preferencias, pero conozco muchos casos de personas próximas a mí, que luchan por convencer a sus padres para que acepten el camino que han elegido para su vida. Ésto se aplica en la danza, por ejemplo; cuando nos dicen: "El baile no es una carrera profesional" o... "No hay futuro en este País para la danza". Probablemente todos estos enunciados vengan de las personas que más nos aprecian y efectivamente quieren evitar que nos sintamos decepcionados de la carrera que hemos elegido. A pesar de ello, yo creo que no existe algo mejor que dedicarse a lo que realmente nos apasiona, ya que debemos tener en cuenta, que esa actividad será la que nos acompañe en el transcurso de nuestra vida.
Acabas de tocar un punto elemental dentro de aquello que se llama felicidad: "...dedicarse a lo que realmente nos apasiona...". No importa cuándo, ni cómo, pero si la persona es constante en aquello que cree, y sobre todo es bueno, jamás quedará relegado. Sigue escribiendo :D
ResponderEliminarSaludos.